Te ríes para ti, en voz alta. Todavía te acuerdas de alguna tontería que dijeron tus amigos esta noche. Es de noche, notas el cansancio en tu cuerpo, notas un pequeño rastro de alcohol en la sangre, lo suficiente para volver a reírte. No estás cerca de tu cama, no ves el momento de meterte en ella.

Cruzas un momento la calle, has visto algo en un escaparate que te ha llamado la atención. Te dispones a cruzar, cuando un frenazo llama tu atención. No llegas a ver el coche mas que cuando tu cara se estrella contra el parabrisas. Notas como tu cuerpo vuela unos metros y aterriza en el suelo. No ves nada, solo notas dos cosas, la sangre que brota por tu cara, y un insoportable dolor en las piernas y en el pecho. Tus costillas están rotas, lo sabes, porque jurarías que lo que estás tocando ahora es una de ellas asomada por entre la carne. Moverte no es una opción, y oyes cómo el coche huye, dejándote solo en mitad de la calle.

Te mueres. Te mueres joder, y lo sabes. La muerte más tonta. Podía haber sido otro, podría haber sido en otro momento, en otro jodido lugar. Pero no. Te ha tocado a ti. Te ha tocado, y te mueres. Da igual quién venga a ayudarte, sabes que es demasiado tarde, no hay nadie que pueda hacer nada por ti.

Te mueres.

Leave a Reply