Todo comenzó con una invitación en Facebook. Él me envió la solicitud y yo acepté, su foto de perfil me llamó la atención. Empezamos a hablar, a conocernos y pensé que sería nada más que una amistad por internet.
Poco a poco las cosas fueron cambiando, empezamos a hablar diario y a veces hablábamos todo el día. No sé que era, pero algo en él me gustaba… Perdón, todavía me gusta.
Siempre nos las pasábamos diciendo como sería todo si viviéramos cerca, imaginando algo perfecto, algo que no pudo, ni podrá ser.
Las cosas pasaron de internet y messenger a llamadas telefónicas y mensajes de texto, y no importaba que tan mal haya sido mi día, sus mensajes y escuchar su voz arreglaba todo, me hacía olvidar lo malo.
Así fue pasando el tiempo y sin notarlo me fui enamorando. Me fui enamorando de ese pequeño de 14 años que con su voz me alegraba los días y con sus mensajes me hacía olvidar todo.
Pero la distancia (siempre tiene que estar la maldita distancia) arruinó todo. Nada entre nosotros pudo ser por eso.
Luego de un tiempo “me enamoré” de una chica de mi ciudad, empezamos una relación y todo iba muy bien, pero no podía sacarlo a él de mi mente. Estando con ella siempre pensaba en él, era algo inevitable, siempre me pasaba.
Confieso que no pensé en como se sentiría él debido a mi relación, nunca pensé en si le afectaría o no. Fue un error que cometí y del que luego vería las consecuencias.
Él también tuvo sus relaciones. Traté de que no me afectaran, pues en como me hablaba acerca de eso no notaba seriedad, vi que eran relaciones vacías. Pero aun así no dejaba de afectarme.
En semana santa de 2010 se dio la oportunidad de un viaje a su ciudad, lo primero que pensé fue que iba a conocerlo en persona, al fin. Mi emoción por eso era evidente, iba a conocer al primer chico del que me enamoré de verdad.
Por mala suerte me tocó ir a conocerlo con un primo, y no pudo pasar nada entre nosotros esa vez, y él también estaba acompañado así que ni él ni yo pudimos ni siquiera sentarnos a hablar un rato. Pero no lo niego, fue un muy buen momento estar con él y hasta tengo una foto de él ese día.
Lo que me dijo luego de eso me sorprendió mucho, no esperaba que él lo dijera así, dijo: “No dejaré que te vayas sin que nos besemos” Wow, fue muy emocionante saber que quería besarme, me daba a entender que también me quería.
Al día siguiente una amiga de los dos nos invitó a su casa, ella sabía lo de nosotros así que allí podíamos hablar tranquilos y si sucedía algo más, pues bienvenido sea. Yo pedí permiso y mis padres estuvieron de acuerdo, él tuvo que ir escapado, no le dieron permiso.
Nos sentamos en el parque de la urbanización, hablando tranquilos cuando él me golpea y sale corriendo, yo sólo lo perseguí porque quería devolverle el golpe, él se escondió en un tobogán de esos que son cerrados.
Empecé a jalarlo por lo pies para tratar de sacarlo de allí, pero se sostenía con las manos, así que opté por entrar también a ver si podía hacerlo salir, pero lo que pasó no fue precisamente eso.
Quedamos frente a frente, mirándonos a los ojos y ya sabíamos lo que pasaría. Yo sólo pude decir: “¿Lo haces tú o lo hago yo?” y pasó, nos besamos ahí, en ese tobogán que no olvidaré nunca.
Salimos de ahí, ambos sonrojados y con pena, no sabíamos que decirle a los muchachos que estaban con nosotros, pero ellos ya sabían lo que había pasado.
Al día siguiente me tocó regresar a mi ciudad. Me tocó decirle un hasta luego sin saber cuando volvería a verlo.
No habían pasado ni 30 minutos de la última vez que estuve con él y ya empezaba a extrañarlo, quería que ese beso se repitiera muchas veces más, pero no sería posible por ahora.
Debido a mi imprudencia y estupidez, le dije a varias personas en quienes confiaba lo que pasó, algo que no debí hacer porque lo que ellos querían era hacerle daño a él, y yo les di lo que necesitaban para hacerlo.
Empezaron a divulgar todo en su ciudad, y eso le trajo problemas a él, en el colegio, con sus “amigos” e incluso con su familia. Debido a eso perdimos un poco el contacto, él se conectaba poco y ya no tenía teléfono, así que tampoco podíamos llamarnos o enviarnos mensajes.
Tiempo después empecé una nueva relación, con la misma chica de antes, y él empezó una relación también. Todo iba muy bien en mi relación hasta que empezamos a tener algunos problemas debido a él, y a unos chismes que rondaban en el colegio.
Él terminó su relación, yo seguí con la mía por unos cuatro meses, y cometí el error de decirle a él que la amaba, cuando ni yo mismo estaba seguro de ello. Quiero decir, si amas a alguien, ¿Para que le dices que amas a otra persona si no estás seguro de ello? El peor error que cometí.
Él sufrió por ello, yo no quería eso, pero no pensé en él. 
Él decidió superarme, y con el paso del tiempo salió adelante, mientras que mi relación en ese momento terminaba y yo empezaba a extrañarlo nuevamente. Nunca dejé de hacerlo, pero al estar en una relación no se siente tanto la soledad.
Llega Diciembre de 2010 y yo le hago una pregunta, una pregunta que no me atreví a hacerle antes:
- ¿Te gustaría empezar una relación a pesar de la distancia?
- No -Me dijo mientras yo sentía un apretón en el pecho- Ya estoy con alguien más.
Mi corazón se detuvo por un instante, no esperaba esa respuesta tan rotunda, y mucho menos que dijera que ya estaba en una relación, digamos seria. Pero ¿Cómo esperaba que todavía estuviera para mi, y que me dijera que sí después de que lo hice sufrir tanto? 
Quise imaginar que esa relación sería como las anteriores, vacías, pero cuando me confesó quien era su pareja todo se derrumbó para mi, era alguien de mi ciudad, una persona que yo conocía de hacía tiempo atrás pero que empezaba a tratar y tomarle confianza recientemente.
A esa otra persona yo le conté todo, lo que pasó con él, lo que sentía, le dije cuanto lo quería, cuanto quería volver a verlo, por eso cuando lo supe me sentí traicionado. Y sin decir que al hablar con él me desahogaba, y sentía que él me ayudaría a superar. Era mi amigo, a quien yo le conté todo y en quien empezaba a fijarme de una manera diferente, empezaba a quererlo como algo más que un amigo y terminó estando con la persona que yo amaba.
Dejé de hablarles por unos días, lloré, sí, lloré mucho, mucho más de lo que llegué a pensar, me desahogué con otras personas, pero no era suficiente, sentía la necesidad de hablarles, y terminé haciéndolo.
Les hablé nuevamente, sentí un alivio inmenso al hacerlo, los extrañaba y aunque sabía que eran pareja y que eso me hace daño no podía dejar de hablarles.
Luego de eso perdí un poco el contacto con ellos, algo que no pensé que pasaría, pues era la persona que amaba, y uno de mis amigos más cercanos.
Y así llegamos a este momento, donde me siento con la necesidad de verlo y mirarlo a los ojos, que me diga con sinceridad lo que siente aunque sé que eso me hará daño. ¿Pero qué más puedo hacer? Soy alguien masoquista que busca respuestas, y solo una persona puede dármelas.

Leave a Reply