Una vez me preguntaron cuál era mi color favorito. Realmente no supe qué responder. El gris triste y frío de tu franela el día que te conocí. El azul, tan oscuro que casi llegaba a negro, de tus jeans el día que me atreví a besarte por primera vez. El naranja rojizo del cielo en ese mismo momento. El verde del pasto donde nos sentamos en nuestro primer día de campo. El amarillo del sol en nuestro primer día de playa juntos. El marrón oscuro de tus ojos, que me atrapaba e hipnotizaba. Podía quedarme horas mirándote directamente a los ojos, sin cansarme nunca. El negro de tu ropa interior la primera vez que hicimos el amor.
¿Mi color favorito? Sí. Definitivamente, mi color favorito... eres tú.
Para mí, cualquier día puede ser perfecto. Empezando con un beso de buenos días de mi mamá, otro beso a mi papá y no pueden faltar mis hermanas y mis hermosas sobrinas. Un buen desayuno. Quizás unos huevos revueltos con tostadas, o solo un tazón de leche y cereal. Jugar con mi sobrina, la más pequeña. Hacerla sonreír, y que sus dos únicos dientes me llenen de felicidad.
Almorzar todos juntos, sentados en la mesa, y charlar un poco sobre cualquier tema. Ya sea algo que pasó, una noticia o simplemente contar un chiste. Almorzar en familia siempre será uno de esos momentos que me llenan de dicha.
Un día, para mí, no puede ser perfecto si no hay fútbol. Un partido del Real Madrid o de mi Vinotinto, que gane mi equipo y luego ir a jugar fútbol con mis amigos para celebrar. Pues, si no hay fútbol, mi día está incompleto. Y si mi día está incompleto, no puede ser perfecto.
Regresar a casa, darme una ducha refrescante y comer algo rico por la noche. Sentarme a ver televisión con mi papá, tal vez un partido de béisbol. Un clásico Magallanes - Caracas, nunca nos lo perdemos, y siempre los vemos juntos, comentando y hablando sobre el juego y los jugadores.
Para que un día sea perfecto, no hacen falta muchas cosas. Solo estar con los míos, las personas a quienes quiero, hacer lo que me gusta y disfrutar. Si tengo todo esto, posiblemente, todos mis días serán perfectos.
Querida Jo, conocida por todos como J.K Rowling, hoy te escribo esta carta, para decirte lo mucho que te admiro y lo mucho que de agradezco que hayas hecho mi infancia tan maravillosa, llena de magia y criaturas extraordinarias.
Tenía 11 años cuando leí Harry Potter y La Piedra Filosofal, casualmente la misma edad que el niño protagonista de la historia, que tiempo después se convertiría en mi personaje favorito, y también en mi historia favorita. Fue gracias a mi prima Verónica, quien me regaló el libro, que descubrí ese maravilloso mundo llamado "Colegio Hogwarts de Magia y Hechizería", y a ella también le agradezco muchísimo el haberme iniciado en el arte de la lectura, porque sí, ese fue mi primer libro leído. Y vaya primer libro.
Admito que quizá no soy el más fanático, ya que no tengo todos los libros ni todas las películas, pero crecí con Harry, Ron y Hermione, y viví todas sus aventuras como si de verdad estuviese allí. Harry Potter es parte de mi vida, es parte de quién soy, y no sé realmente cómo sería mi vida si no hubiese conocido la historia de Harry. Seguramente habría un vacío que no sabría cómo llenar.
Debo decir también que me asombra mucho tu historia personal, y el hecho de que todo un mundo haya nacido en un viaje de tren demorado. Es admirable tu lucha por erradicar las injusticias en este mundo muggle y también que ayudes a los más necesitados. Me enorgullece mucho que Harry Potter haya trascendido lo literario y que, a través de tus acciones, sea también beneficio para la sociedad.
Creo que nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que significa Harry Potter para mí.
Fue un amor fugaz, un amor de verano. Me planté frente a él, con una seguridad que intimidaba. Mi mirada decía que lo deseaba; la suya estaba llena de temor, y aún así pude notar un poco de deseo. Lo besé. El enojo, mezclado con la vergüenza, lo hizo ponerse rojo.
─Hagamos a un lado las formalidades, son una perdida de tiempo cuando sabemos lo que ambos deseamos.─ Le dije. ─Que éste sea el inicio perfecto, y ya veremos cómo será la línea de meta.
Desde allí, todo fue sin compromisos. Encuentros esporádicos llenos de placer, pues al fin y al cabo, no éramos más que juventud salvaje llena de imprudencias; respirando a través de pulmones dañados y coleccionando nombres de los amantes que salieron mal.
El amor afloró de a poco de mí. Sí, yo, que dije que todo sería sin compromisos, que sería solo placer y nada más, me estaba enamorando de él. Y así como el amor, llegó el temor. Temor a que, a pesar de todo el placer que nos brindamos, y todos los encuentros en secreto, él no sintiera por mí lo mismo que yo por él. A éstas alturas, todos los sentimientos estaban muertos, se habían ido. Y volvieron con su rostro a atormentarme.
Todo se vino a abajo, se me cayó el mundo encima, como una inundación que rompió un hogar. Incendiamos nuestro interior solo por diversión, con placer y deseo, y luego llegó la tormenta a mí. Lo perdí todo. Soy solo la silueta de lo que solía ser. Soy una cara sin vida que él pronto olvidará.
Mis ojos aún se humedecen al recordar las palabras que dejó rondando en mi cabeza cuando destrozó mi pecho. Y si tú aún puedes enamorarte, tienes suerte; la mayoría de nosotros estamos amargados por alguien. Mientras, yo sigo incendiando mi interior, solo por diversión, para distraer a mi corazón del hecho de que lo perdí para siempre. Pero lo extrañaré por siempre.
Te conocí una navidad, donde no esperaba encontrarte. Fue un segundo, un instante. Y sentí como mi alma voló hacia otro destino, tan distante. Me aferré a ti con la fuerza de mil hombres, pues te amé desde el primer momento. Todos me decían que era imposible, pero mi terquedad me cegaba. Era más grande mi amor por ti que los motivos que nos separaban.
El sentimiento solo crecía, pero tu interés en mí no lo conocía. El día que mis ojos descubrieron el sonido incomparable de tu mirada, bien supe que con el amor, el dolor también llegaría, pero igual seguí tus pasos, y llegué a lugares donde nunca creí que estaría. Descubrí lo que era amar de verdad.
Nadie nunca creyó que mi felicidad crecía, solo al escuchar mi nombre, como lejana esperanza, salir de tus labios. Quizás tú tampoco confiaste en mi alegría. Quizás nunca supiste, que yo reiría eternamente si me mirabas. Solo si me mirabas. Siempre que te veía, sentía mi alma volver a mi cuerpo. Lo que nunca supe, es que con el adiós, mi alma contigo se quedaría. Sentí como mi alma se evaporaba hacia otro destino, donde ya tus ojos no estaban.
Mi piel sintió el perfume de tu eterna ausencia y mi boca pronunció tu nombre por última vez. No me reconocí al saberme vencido, no era yo aquél que peleaba sin tregua y esperaba poder verte cada día.
Otra vez recuerdo el sonido de tu voz, como aquella melodía que ponía fin a mis agonías. Las dulces notas que me devolvían a la vida. Recuerdo las emociones corriendo por mi sangre cada vez que me tocabas, y vuelve a mí la nostalgia como final de película de amor.
Siempre pensé si estaba escrito que te encontrara en mi camino, o si solo fui yo que quise cambiar mi destino. Pero ahora solo pienso que en este camino hay diversas paradas, y tú decidiste bajar de este tren. Y con la misma fuerza que me aferré a ti en un principio, debo mantenerme firme y no sucumbir ante tu adiós.
Más que un libro, quiero escribir sobre una saga. Mi saga favorita. La de Harry Potter. Si yo viviera en el universo de Harry Potter, tal vez sería una personaje sin mucha relevancia, así como también podría ser el protagonista de la historia.
A veces me gusta imaginarme siendo el mago más famoso y reconocido del mundo mágico: "Víctor Rivas, el niño que vivió". De solo pensarlo se me estremece todo el cuerpo de la emoción.Vivir en el mundo mágico, con la familia Weasley, y tener amigos como Ron y Hermione. Hacer encantamientos y divertirme con ellos, y también usarlos en cuestiones de vida o muerte. Hacer travesuras en Hogwarts, con temor de ser asesinado, o peor, ser expulsado. Ir a la cabaña de Hagrid y conocer sobre todas las maravillosas criaturas mágicas, en especial sobre mi favorita: los centauros (Tal vez el hecho de que mi signo sea Sagitario haya propiciado mi amor hacia esa criatura mitad caballo y mitad humano). Conocer la historia del señor tenebroso, el que no debe ser nombrado, y aún así nombrarlo: Lord Voldemort. Sin temor. Luchar contra él y sus mortífagos. Vencerlo y ser reconocido entonces como: "Víctor Rivas, el mago que venció".
En resumen, mi vida en el universo de Harry Potter sería maravillosa. Llena de aventuras, grandes amigos y magia; mucha magia. Sería perfecta. Pues para mí, no hay mejor viaje, que el que se hace en el Expreso de Hogwarts.